Las excavaciones, iniciadas por Ramón Loza en 1978, descubrieron un amplio e interesante conjunto arquitectónico de los siglos I y II d.C.
Las termas se situaban en la ciudad de Suestatio, muy cerca de esa calzada principal.
Fueron edificadas a finales del siglo I y dejaron de utilizarse a comienzos del siglo siguiente. No más de cincuenta años de uso que finalizaron sin que a día de hoy podamos precisar la causa.
ALGO MÁS QUE UN BAÑO
- Roma importa y adapta de Grecia la costumbre del baño.
- Existían baños privados (balnea), pero son los de uso público, las termas, los más propios de la cultura romana.
- Abrían desde el mediodía hasta el atardecer.
- Eran utilizados tanto por hombres como por mujeres, aunque con espacios u horarios diferenciados.
- Los grandes centros termales contaban incluso con tiendas y bibliotecas, y podían atender a centenares de personas a la vez.
UN CENTRO CÍVICO EN EL AÑO 100
Las termas demuestran la complejidad de aquella sociedad, mucho más parecida a la nuestra de lo que pensamos.
Funcionaban como baños y piscinas públicas, como gimnasios o campos deportivos y de juegos, pero en ellas también se realizaban actos religiosos, sociales, culturales e incluso políticos.
Sin embargo, pese a su carácter multifuncional, las termas eran un lugar destinado básicamente al baño, aunque entendido como algo más que un acto higiénico, puesto que también poseía una vertiente ritual y religiosa como acción purificadora.
En Arkaia las termas presentan una estructura lineal que posibilitaba la realización de un circuito a modo de SPA:
1. Vestuario (apodyterium), donde se dejaba la ropa y se recogían los aceites y ungüentos
2. Sala de baño frío (frigidarium)
3. Sala templada (tepidarium)
4. Sala a mayor temperatura (caldarium)
5. Patio o Palestra
Los objetos arqueológicos recuperados demuestran el interés por la decoración y el cuidado de la estética.
Aparecen pequeños cuencos de cerámica para aceites y ungüentos (muy abundantes en Arkaia); las lámparas de aceite (lucernae) que iluminaban los espacios cerrados; los tapones de las piscinas; o los rascadores (strigilis) para limpiarse el cuerpo.
EL LUJO DEL CALOR
En este rincón del Imperio Romano que ahora llamamos Álava, donde los rigores del clima de hace dos mil años serían muy similares a los de hoy, poder sumergirse en un baño de agua caliente, en un ambiente cálido, suntuoso y ricamente decorado como el de las termas de Arkaia, debía de ser el máximo exponente del lujo que una persona normal podía imaginar.
La clave era el sistema de calefacción, el llamado hipocaustum, que consistía en la creación de falsos suelos y paredes por los que circulaba aire caliente procedente de un horno cercano. Así se calentaban las estancias de forma similar a los actuales suelos y paredes radiantes.
Los falsos suelos se apoyaban sobre un conjunto de columnillas de ladrillos. Los pavimentos podían ser desde una sencilla argamasa, hasta los más sofisticados mosaicos. Para las dobles paredes se utilizaban piezas cerámicas especiales que generaban el hueco por el que circulaba el aire caliente.
Entre los elementos decorativos destacan las molduras de mármol, la rica decoración pictórica o el vidrio de ventana, auténtico lujo para la época.
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