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Pregunta. Afreecanos hace referencia a África. ¿Qué ha encontrado en ese continente?
Respuesta. África es algo que estudio constantemente, porque en este mundo occidental, que codifica lo que se consume y lo que no se consume, todavía no se conoce ni el 10 por ciento de la fuerza de África en la música. África se relaciona solo con la pobreza, pero hay mucho más que eso y tiene mucho que enseñarnos.
P. ¿Y a usted qué le ha enseñado?
R. La libertad musical. La raíz. La fuerza de la música a partir de tu mundo ancestral, en este caso mi mundo ancestral. Y algo que está ahí y que de una manera u otra aceptamos pero no lo vivimos es la fuerza del ritmo; algo que falta en occidente, porque aquí la tradición es más melódica y armónica. África también es melodía, pero melodía con ritmo y tradición. La música en África está en los rituales y en la vida diaria; por ejemplo, se toca música para llamar a la lluvia, para la fertilidad de las mujeres, para un nacimiento, para la muerte, para festejar cualquier elemento tanto social como natural. Y eso es algo que me fascina, porque no es solo la música como entretenimiento, sino como parte fundamental de lo que somos. Con música podemos alabar a los ancestros, darles gracias, podemos llorar y sentir; y de esa manera es como miro yo la música.
P. ¿Es eso lo que le interesa de la música?
R. Efectivamente. A mí no me interesa tocar más rápido que nadie ni tocar más complicado que nadie. Por eso no tengo ofrecimientos de compañías comerciales; los tuve pero me exigieron hacer latin-jazz. Tocar con una compañía grande solo te ayuda a dar a conocer tu cara, pero yo creo más en la música que llega honestamente que en la que tienes que hacer por encargo.
P. Y así ha grabado ya bastantes discos…
R. ¡Sí! ¡Tengo unos cuantos discos! ¡Veintitrés exactamente!. No tengo casa ni coche, pero sí discos. En esto de hacer discos, las compañías te piden una continuidad en el trabajo, que sigas por el mismo camino…Yo no codifico ni planifico lo que va a salir. No pienso en repetir lo que tuvo éxito en el disco anterior.
P. ¿Esa esencia de libertad es lo que sostiene a Afreecanos?
R. Nosotros no ensayamos. El saxofonista vive en Alemania, el baterista en Estocolmo, el bajista es mozambiqueño y yo soy cubano. Cada uno va creciendo individualmente en su camino y nuestras reuniones son sentarnos a conversar y comer una buena paella o un buen pescado. La libertad es lo que hace posible que podamos tocar en un momento y sentirlo. Pero además, debe haber respeto: si uno toca, el otro escucha. Es como un juego de basket en el que nos vamos pasando la pelota. Eso es algo que me da mucho placer y el día que no se logra con esa autenticidad no me siento bien, me siento ‘down!, un poco depre. Si no pasa a través de nosotros, no puede llegar a la gente.
P. Estas reuniones tienen que ser algo muy especial…
R. ¡Claro! Nos dan otra visión de lo que es amarse musicalmente. Por eso yo no puedo tocar con otro músico con el que tenga problemas musicales, porque primero somos personas y luego todo lo que podamos ser profesionalmente. También respeto a los músicos que se odian y tienen que tocar juntos; algo que ocurre más de lo que la gente cree. Todos tenemos nuestro espacio y todos tenemos éxito en un momento de nuestra vida. Podemos sentir el éxito al dar un beso a nuestro hijo, pero no pensamos en ese tipo de éxito, sino en el tener dinero y ser famoso, pero al final de la contienda es algo que no existe. Esa palabra, éxito o ‘success’ es algo que no conocí en Cuba, sino en Estados Unidos.
P. En ese sentido, dedicó un disco a su hijo. ¿Cómo se convierte un sentimiento como ése en música?
R. Cada tema tiene un porqué. Mi hijo estuvo a punto de morir. Lo único que pude hacer yo era sentarme a crear, porque los únicos que podían hacer algo eran los doctores. Ahora tiene ocho años y algún día se acordará de ello. La respuesta que puedo dar a lo que vivo es la música; otros escriben, otros pintan y otros van a la tienda a comprar un Gucci de tres mil euros.
P. Ha vivido en muchos sitios. ¿La esencia de la música es igual en todos esos lugares?
R. Sí. Todo está unido por dos palabras: ser humano. Compartiendo con más seres humanos aprendes y enseñas; las culturas son el producto de lo que hemos vivido.
P. ¿Por qué ha titulado ‘Calma’ a tu nuevo disco?
R. Primero, estoy en una etapa de mi vida de calma, tanto interior como exterior. Veo que la exterior es muy difícil de encontrar, porque la sociedad va en una dirección de agresividad…todo es ‘fast food’, no hay tiempo para pensar. Acabo de hacer un disco de punta a cabo improvisado pero retándome a mí mismo a buscar la paz. En principio no quería hacer este disco; tenía dos días libres en la gira en Nueva York y le llamé a mi manager para decirle que rentara un estudio; toqué tres horas y sentí, ¡uf!, que me había desahogado. Después, decidimos publicar la primera hora de aquella grabación. Es mi voz interior en ese momento, mis vivencias que me dicen: necesitamos calma.
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