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Pregunta. ¿Qué te está aportando hasta ahora esta nueva etapa en solitario?
Respuesta. Estoy disfrutando muchísimo de cada etapa, me lo paso bien y acabo contento con cada paso que voy dando: la grabación fue maravillosa, estoy más que satisfecho con el resultado final, la gente con la que estoy ensayando es alucinante, ahora empiezan los conciertos y estamos muy ilusionados. Así que no encuentro ningún pero o los que hay son insignificantes. Y además, he formado un grupo de dos con Charlie Bautista así que no estoy tan solo.
P. Elegiste una fórmula poco habitual para hacer frente al proyecto, una petición de mecenazgo pública a través de la Red. ¿Cuál es tu balance a la vista de los resultados de la experiencia?
R. Me sentí afortunado. Sentí alegría, estupor, incredulidad e ilusión. Fue alucinante e inesperado. Es mucha gente diciéndote que te quiere y que cree en ti, a ciegas. Así que también cierta responsabilidad extra. Esa respuesta, toda la experiencia de hacer este disco así, me ha marcado creo que para mucho tiempo. Estoy muy agradecido.
P. Una instrumentación tan básica como la que tiene este álbum permite que destaquen mucho más las melodías y los textos. ¿Era ese quizás tu objetivo cuando decidiste grabarlo?
R. Sí. Pero creo que más que la instrumentación, son los arreglos. O sea, qué cosa hace y dónde lo hace cada instrumento. Hay alguna canción con tres eléctricas, dos acústicas y otros cuatro instrumentos sonando a la vez y haciendo cosas diferentes, lo cual no es muy básico, pero da ese efecto creo que por el tipo de arreglo. Todos están pensados para reforzar y nunca entorpecer la melodía. Era una condición autoimpuesta. Es algo muy pensado, muy trabajado y está hecho a conciencia. El mejor ejemplo de eso son los patrones de las baterías, ¡insultantemente sencillos pero hay que tocarlos! Todo eso da la sensación de básico, y me alegro porque creo que aunque hay bastantes cosas, suenan a pocas.
P. En ese sentido, ¿tuvisteis en mente algún modelo a la hora de pensar esos arreglos?
R. Cualquiera que oiga el disco y lea esto que te voy a decir dirá que estoy loco, y no es mi intención comparar, claro, pero un referente del que hablábamos en el estudio constantemente es la Motown, en general: gente que puede tocar lo más complicado y sin embargo hacen lo más sencillo porque se ponen al servicio de la canción.
P. Menos ‘electricidad’ implica también más desnudez sobre el escenario a la hora de defender tus canciones. ¿Cómo te sientes en ese formato casi acústico que tienen varios temas de este trabajo?
R. Creo que a la gente le sorprenderá el concierto. De igual modo me ha sorprendido a mí al ensayarlo en el local. No es tan tan acústico como puede parecer.
P. ‘Cabeza de León’ habla de pequeñas y historias y también de sentimientos cotidianos. ¿Tal vez esto confirma que no es necesario recurrir a grandes relatos ni acontecimientos excepcional para crear?
R. No sé. Yo tiendo a pensar que casi todos hablamos de lo mismo pero de diferentes maneras. La mayoría de las vidas son pequeñas historias y sentimientos cotidianos ¿no? Yo lo hago así, tampoco lo pienso mucho. Cada uno que lo haga como quiera. Si luego resulta que hay gente que me entiende o, más aún, que se siente identificada, pues mejor. Misión cumplida: creo que escribimos, entre otras cosas, para sentirnos comprendidos.
P. Hasta donde se pueda contar, ¿cuál es el origen de las historias que cuentas o más bien sugieres en tus letras?
R. Casi todo habla de mí, que es como no decir nada porque soy yo y mis circunstancias. Pero las canciones, las letras, no las hago todas de una misma manera. A veces tengo una frase o una palabra me gusta, me invento algo alrededor y lo junto con algo que es real. En ocasiones me lo imagino todo, otras veces es todo cierto, y otras habla de ti cuando en realidad habla de mí. Al fin y al cabo es literatura, con minúsculas.
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