El pasado 10 de octubre, el Atrio del Museo Guggenheim Bilbao se transformó en un espacio de intimidad compartida. Dentro del ciclo Art & Music 2025, la cantante y compositora Idoia Asurmendi presentó su segundo trabajo, De amar y desandar, ante varios cientos de espectadores que llenaron el emblemático espacio diseñado por Frank Gehry.
El programa, que combina las exposiciones del museo con conciertos en directo, propuso una velada que unió arquitectura, arte contemporáneo y música de autor. Antes de la actuación, el público pudo recorrer las salas —entre ellas la muestra Another day. Another night., de Barbara Kruger— y disfrutar del ambiente distendido del bar instalado en el Atrio, una suerte de antesala para el concierto.
A las 22:00 horas, con las luces suavizadas y la acústica envuelta en una reverberación cálida, apareció Idoia, acompañada por su quinteto habitual —guitarra, bajo, batería y teclado—. Desde los primeros compases, la artista de Aramaio mostró el tono que definiría toda la noche: sobriedad, emoción y una relación honesta con sus canciones.
Un disco entre dos lenguas y dos mundos
De amar y desandar confirma la evolución de una artista que debutó en 2021 con Ilun eta abar, y que ahora amplía su registro tanto lingüístico como sonoro. El nuevo álbum combina canciones en euskera y castellano, y se mueve entre el folk y un pop intimista, con arreglos que respiran espacio y naturalidad.
Idoia canta desde la observación y el recuerdo. En este trabajo, explica, busca “rescatar imágenes y sensaciones” de los últimos meses, un periodo de madurez personal en el que ha aprendido a crecer “como una flor en el desierto”. Ese proceso se percibe también en el tratamiento sonoro del disco, que evoca —en palabras de la propia artista— “fotogramas en super 8, revelados de forma orgánica entre líquidos químicos”.
Sobre el escenario, esa estética se tradujo en una puesta en escena sencilla, sin artificios. La iluminación cálida y los arreglos mínimos permitieron que la voz de Idoia se impusiera con claridad. Su timbre, cálido y flexible, articuló un repertorio que transita entre la melancolía y la esperanza, entre lo rural y lo contemporáneo.
El peso de la memoria
Uno de los momentos más destacados del concierto llegó con La castellana, tema en el que Idoia rinde homenaje a su madre. Antes de interpretarlo, dedicó unas palabras de gratitud que crearon un silencio expectante entre el público. La canción, que combina sencillez melódica y profundidad emocional, fue recibida con un aplauso prolongado y sincero.
A lo largo del concierto, Idoia alternó canciones en ambos idiomas con naturalidad. Esa dualidad lingüística no es un simple rasgo estilístico, sino una parte esencial de su identidad artística: el euskera como raíz, el castellano como ventana. En ese equilibrio reside parte del atractivo de su propuesta.
También hubo espacio para la literatura. La artista se atrevió con un texto de Elvira Sastre, a quien ya había versionado en grabaciones anteriores, reforzando así la conexión entre su música y la poesía contemporánea. El resultado fue una interpretación contenida, más emocional que virtuosa, fiel al tono general del concierto.
Durante algo más de una hora, la actuación se desarrolló con un ritmo pausado y una atención constante al detalle. Los músicos del quinteto ofrecieron un acompañamiento preciso y elegante, sin sobrecargar los temas. La percusión suave, el diálogo entre teclado y guitarra, y las líneas melódicas del bajo sirvieron de base para una voz que nunca buscó imponerse, sino dialogar.
Art & Music, un marco idóneo
El ciclo Art & Music, patrocinado por Kutxabank, celebra esta temporada de otoño entre el 27 de septiembre y el 22 de noviembre. La propuesta busca integrar la experiencia museística con conciertos de autoras y autores nacionales e internacionales, en un formato cuidado que favorece la cercanía entre artistas y público.
Tras la apertura del programa con Mezerg, el 27 de septiembre, la actuación de Idoia ha supuesto un contrapunto de intimismo y lirismo en mitad de la programación. El ciclo se cerrará el 22 de noviembre con el concierto del estadounidense Marc Scibilia, encargado de poner el broche final a una edición que refuerza la apuesta del Guggenheim por la música como parte esencial de su oferta cultural.
Una artista en consolidación
El concierto del 10 de octubre confirmó que Idoia Asurmendi pertenece a una generación de artistas que entienden la música como una forma de autoconocimiento. En su segundo disco hay menos urgencia y más madurez, más luz que sombra. La fragilidad sigue presente, pero aparece ahora acompañada por una mirada serena, incluso optimista.
En el Atrio del Guggenheim, su voz encontró el espacio ideal para desplegar esa mezcla de delicadeza y determinación. Entre las superficies metálicas del museo y el silencio respetuoso del público, Idoia ofreció una demostración de que la sencillez, cuando es verdadera, también puede llenar un museo de emociones.
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