Palacio Euskalduna, Bilbao - 6 de marzo de 2024
"No será un concierto nostálgico", advirtió Coque Malla al inicio del show. Y, efectivamente, lo que ofreció en el Euskalduna fue mucho más que un repaso a su carrera: fue una celebración en tiempo presente, un derroche de energía que mantuvo al público entregado desde el primer acorde hasta el último aplauso.
La velada arrancó con un riff de guitarra en completa oscuridad, que nos hizo imaginar que el concierto comenzaría con "Por las noches". Y así fue. En cuanto las luces iluminaron el escenario, los primeros acordes confirmaron el inicio de una noche que desde el primer instante se sintió especial. Desde ese arranque arrollador, el público supo que no se trataba de un simple repaso de éxitos, sino de una auténtica fiesta en clave actual celebrando los 40 años de carrera musical.
La voz y la guitarra de Coque Malla fueron el centro del espectáculo. Su interpretación, llena de matices y entrega, transmitía una intensidad única en cada tema. Desde los pasajes más íntimos hasta los momentos más explosivos, su dominio del escenario fue absoluto.
A su lado, una banda impecable con una sección de metales, encabezada por su hermano Luis Malla, destacó especialmente, aportando potencia y color. Con arreglos precisos y una ejecución brillante, los instrumentos de viento añadieron un matiz vibrante a la puesta en escena.
Durante el concierto, Coque Malla también mostró su faceta más espontánea y cercana con el público. En un momento de la noche, confesó que el pañuelo de lentejuelas que llevaba colgando le molestaba al cantar, pero que no se lo iba a quitar, provocando risas y complicidad con la audiencia.
Además, en un instante de especial conexión con el público bilbaíno, recordó los pequeños garitos en los que tocaba hace años, algunos de ellos en Bilbao, y reconoció que fueron esos escenarios los que le han convertido en el cantante, guitarrista y compositor que es hoy, "para bien o para mal", bromeando sobre su evolución artística y su largo camino en la música.
Coque fue desgranando un repertorio que repasó tanto su trayectoria en solitario como su icónica etapa con Los Ronaldos. Canciones como "Este es el momento" y "Extraterrestre" hicieron vibrar a la audiencia, mientras que temas más íntimos como "La carta" con su madre, Amparo Valle en pantallas, lograron escenas de pura emoción.
Varios de los momentos más emotivos del show llegaron con la presencia de invitados especiales. Primero, Valeria Castro se unió a Malla para interpretar una versión festiva y enérgica de "No puedo vivir sin ti", transformando el clásico en un dueto lleno de complicidad, sonrisas y aplausos del público. Al terminar la canción, Coque, visiblemente impresionado, comentó que Valeria tenía luz, una luz blanca. Y no solo metafóricamente: iba impecablemente vestida con un bonito vestido blanco y zapatos de tacón blancos, irradiando luz en todos los sentidos.
Más tarde, Mikel Erentxun apareció en escena para compartir "Hasta el final", sumando su inconfundible voz a la noche. Tras la canción, Erentxun desató la euforia al anunciar que el Athletic de Bilbao iba ganando 1-0, un guiño al público local que fue recibido con una gran ovación.
Coque Malla, con su característico ingenio, aprovechó el momento para compartir una anécdota vivida con los Rolling Stones. Recordó que había asistido a un concierto de la banda en Madrid, en una época en la que no existían los móviles ni las redes sociales. Aquella noche, el público se preguntaba con ansia cómo iría el partido de fútbol entre España y Francia que se jugaba paralelamente al concierto, pero nadie tenía forma de saberlo. Hasta que, de repente, Mick Jagger tomó el micrófono y anunció en español: "Francia 1 - España 3!". Se formó una gran fiesta!!
La noticia fue recibida con una explosión de júbilo en el estadio y Coque comparó aquella situación con la de Bilbao, donde el anuncio del gol del Athletic añadió un extra de emoción al concierto. La anécdota mostró cómo la música y el fútbol pueden solaparse en un concierto, provocando momentos de sorpresa y euforia entre el público.
El show continuó con momentos de gran intensidad, alternando entre temas llenos de energía y otros más reflexivos. "Berlín" y "Una sola vez" envolvieron la sala en una atmósfera casi hipnótica, mientras que canciones como "Todo el mundo arde" desataron la pasión en el público.
El tramo final del concierto fue una explosión de energía con clásicos como "Adiós papá", "Mucho mejor" y "Un lazo rojo, un agujero", haciendo cantar y bailar a todo el Euskalduna. Antes de interpretar "Adiós papá", Coque Malla había bromeado con el público al inicio del concierto y la presentó como "la canción de las bodas", en referencia a lo popular que se ha vuelto este tema en celebraciones de este tipo.
La emoción crecía con cada acorde, y la complicidad entre artista y público alcanzó su punto álgido cuando Fito Cabrales subió al escenario para interpretar "Ruido". Ver juntos a Fito y Coque, dos figuras clave del rock, fue uno de los momentos más memorables de la noche.
El público, completamente entregado, cantaba y bailaba, disfrutando cada tema con la misma intensidad con la que lo hacía el propio Coque sobre el escenario. Las primeras filas no dejaron de moverse, y en los palcos y gradas se veía a la gente de pie, siguiendo el ritmo con entusiasmo. Coque, en más de una ocasión, se mostró visiblemente emocionado y agradecido, deteniéndose entre canciones para mirar al público y absorber la intensidad del momento.
Y cuando parecía que todo había terminado, el bis trajo consigo la energía de "Guárdalo", cerrando con una interpretación que dejó a más de uno con un nudo en la garganta. "Me dejó marchar" puso el broche de oro a una noche que fue mucho más que un simple concierto: fue una celebración, un reencuentro con el presente y una reafirmación de que Coque Malla sigue más vigente que nunca.
A lo largo de dos horas de concierto, Coque Malla dejó claro que sigue en la cima, que su música sigue emocionando y que, lejos de quedarse atrapado en el pasado, mira hacia adelante con la misma pasión con la que empezó hace 40 años. Bilbao fue testigo de una celebración en toda regla, con un Palacio Euskalduna lleno y un concierto que quedará grabado en la memoria de quienes tuvimos la suerte de estar allí.
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