AC/DC ha vuelto. Y lo hace como mejor sabe: encendiendo amplificadores, llenando estadios y recordándonos por qué sigue siendo sinónimo de rock & roll en su forma más pura. Este verano, la icónica banda australiana recorrerá Europa con su aclamado tour ‘POWER UP’, título que no solo alude a su último álbum, sino que parece describir perfectamente el momento de energía desbordante que atraviesan, incluso más de 50 años después de su formación.

La gira continuará en junio tras un exitoso paso por Estados Unidos y una primera fase europea que en 2024 dejó a crítica y público en sintonía: AC/DC no ha perdido ni un ápice de potencia. La banda actuará en 10 países, y por primera vez en su carrera incluirá a Estonia en su hoja de ruta. Además, el concierto programado en Edimburgo será especialmente simbólico: marcará el esperado regreso a Escocia, tierra natal de los hermanos Young, después de más de una década de ausencia.

Las entradas saldrán a la venta el 7 de febrero de 2025 a las 10 de la mañana, y todo apunta a que volarán. Porque si hay algo que AC/DC ha demostrado en estos años es su capacidad para seguir arrasando allá donde pisa. Pocos grupos pueden presumir de llenar estadios en todos los continentes, mantenerse vigentes generación tras generación y hacer del rock una religión mundial.

Desde su fundación en 1973 en Sídney, la historia de AC/DC ha sido la de un fenómeno imparable. Con más de 200 millones de discos vendidos, su legado discográfico es simplemente colosal. ‘Back in Black’, lanzado en 1980 como tributo al fallecido Bon Scott, se ha convertido en un emblema de la historia musical: es el disco más vendido de cualquier banda y el tercero más vendido de todos los tiempos, con más de 50 millones de copias en todo el planeta.

Más allá de los números, está la actitud. El sonido inconfundible de Angus Young, enfundado en su eterno uniforme escolar, sigue siendo la chispa que enciende cada riff. Brian Johnson, con su voz áspera y electrizante, volvió a tomar el micrófono tras sus problemas auditivos, reafirmando el compromiso inquebrantable del grupo con sus fans. La formación actual la completan Stevie Young —sobrino del difunto Malcolm Young— en la guitarra rítmica, el baterista Matt Laug y el bajista Chris Chaney.

La gira ‘POWER UP’ no es solo una celebración del disco homónimo, que alcanzó el número 1 en 21 países, sino un recorrido por los himnos que han hecho vibrar a millones: Highway to Hell, Thunderstruck, Hells Bells, You Shook Me All Night Long… El setlist es un golpe tras otro de nostalgia, fuerza y conexión intergeneracional. Porque no es raro ver a padres e hijos —o incluso abuelos— compartiendo pogo en sus conciertos.

Que una banda con cinco décadas a sus espaldas conserve esta capacidad de convocatoria no es fruto de la casualidad. AC/DC ha sido coherente con su propuesta artística desde el primer acorde. No han cedido a modas ni a presiones de la industria. Su fórmula —sencilla en apariencia, pero ejecutada con precisión quirúrgica— sigue funcionando como el primer día. Riffs potentes, letras directas, ritmo implacable. Rock sin aditivos.

El Salón de la Fama del Rock and Roll los acogió en 2003, pero el verdadero homenaje lo hacen sus fans cada vez que se agotan entradas en cuestión de horas. En tiempos donde el consumo musical se fragmenta entre algoritmos, playlists y viralidad efímera, AC/DC representa la permanencia, la entrega en el escenario, el ritual de la música en vivo como experiencia colectiva.

Además, el impacto de la banda no se limita al directo. AC/DC sigue generando millones de reproducciones en plataformas digitales, con un alcance que desafía cualquier barrera generacional. Jóvenes que descubren sus canciones por primera vez en TikTok o Spotify encuentran en su música una intensidad difícil de igualar. La esencia cruda del rock les habla con un lenguaje que trasciende modas o épocas.

En definitiva, el regreso de AC/DC a los escenarios europeos es más que una simple gira: es un acto de reafirmación. En un panorama donde muchas bandas míticas optan por el retiro o por formatos reducidos, ellos siguen apostando por la gira de estadios, por el espectáculo a gran escala. Y lo hacen con la confianza de quienes saben que el trono del rock no se hereda ni se improvisa: se gana tocando noche tras noche, con la misma pasión que en los bares de Sídney hace más de medio siglo.

Este verano, el rugido de los amplificadores volverá a oírse desde Tallin hasta Edimburgo. Y una vez más, millones de fans se vestirán de negro, levantarán los cuernos al aire y gritarán al unísono que AC/DC no es solo una banda: es un estado del alma.