La música en castellano no se entiende sin Joaquín Sabina. Con su voz rasgada, sus versos llenos de ironía, melancolía y ternura, el jienense ha acompañado a varias generaciones. Ahora, tras más de medio siglo de carrera, ha decidido poner el broche de oro con una gira que ya se anuncia como histórica: “Hola y Adiós”, un recorrido de despedida que le llevará por España, América Latina y parte de Europa en 2025.

Sabina ha querido dejar claro que no se despide por falta de inspiración o de ganas, sino por la necesidad de cerrar un círculo vital y artístico. “Quiero estar más en casa”, confesaba en entrevistas recientes. Esa sinceridad conecta con la esencia de un artista que siempre se mostró transparente, incluso en sus contradicciones, y que ha sabido convertir las derrotas en himnos.

El repertorio de los conciertos de “Hola y Adiós” combina sus clásicos más emblemáticos con piezas de sus últimos discos, en un equilibrio entre la memoria colectiva y la obra más reciente. Canciones como 19 días y 500 noches, Y sin embargo, Calle Melancolía o Peces de ciudad conviven con temas como Lo niego todo o Lágrimas de mármol. Cada acorde funciona como una cápsula de tiempo que evoca historias personales y colectivas.

El ambiente en las primeras fechas ha sido el de una celebración más que una despedida. Público de todas las edades corea sus letras, muchas veces sin necesidad de que él las cante completas. Sabina, que ya no oculta el desgaste de la voz y la fragilidad del cuerpo, ha optado por un formato que le permite descansar en escena, apoyarse en sus músicos de confianza y entregar, más que un recital, un testimonio vital. La emoción, sin embargo, se mantiene intacta, y ese vínculo con el público sigue siendo el motor principal del espectáculo.

En ciudades como Madrid, Pamplona, Málaga o Barcelona, las entradas se agotaron en pocas horas, prueba de que ver a Sabina en directo es un privilegio irrepetible. En Latinoamérica la expectación es aún mayor: países como Argentina, México o Perú esperan con ansias el regreso de un artista que allí es venerado casi como un poeta nacional.

La gira “Hola y Adiós” no es solo el cierre de una carrera: es un homenaje a la canción de autor, a la capacidad de la música para narrar la vida, las derrotas, las pasiones y las esperanzas de millones de personas. Con su sombrero inconfundible y su voz quebrada, Sabina ofrece una última lección: la de saber despedirse con dignidad, celebrando la vida y la poesía que siempre nos regaló.

Quizá sea un adiós definitivo o quizá quede algún reencuentro puntual, pero lo cierto es que este 2025 marca un antes y un después en la historia de la música iberoamericana. Quienes tengan la suerte de verlo en directo vivirán algo más que un concierto: será una despedida compartida, un pacto de gratitud entre un artista irrepetible y un público que lo convirtió en leyenda.