Se antoja inconcebible, una necedad, pergeñar un repaso a lo mejor del rock español de los años ochenta sin reparar en laespigada figura y el orgulloso tupé de un joven de El Clot (Barcelona) que soñaba con ser estrella del rock and roll y, a su manera, lo logró. Un cantante que a lo largo de tres décadas ha sabido rodearse de buenos músicos y compositores para cimentar la leyenda que él mismo refuerza con la actitud que resume una frase proferida en escena: “difícil ser humilde cuando uno es tan grande”. Sunombre, José María Sanz. Su apodo, Loquillo.
Pero, pese a los excesos reconocidos, la década dorada de Los Trogloditas, su banda de R&R, no fue la tumba de un artista que ha sabido renovarse y perpetuarse en la piel de un cantante de swing y enlos versos de poetas españoles, como tertuliano, actor y hacedor de bandas sonoras, con chupa de cuero y traje de alpaca. Todo ello engrandece la figura de quien el pasado 23 de octubre editó 'La nave de los locos', el disco que ha rubricado su reconciliación con Sabino Méndez.
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