Hay proyectos que nacen con vocación de abrir puertas. Abestu Euskadiko Orkestrarekin es uno de ellos: una invitación directa a que la música sinfónica deje de ser solo algo que se escucha y pase a ser también algo que se vive desde dentro. La iniciativa, impulsada por Euskadiko Orkestra, acaba de cerrar su segunda edición con un dato revelador: más de 600 personas inscritas para apenas 132 plazas, un 20 % más que en su estreno. La respuesta confirma que existe un deseo real de participación cultural y de contacto directo con las grandes instituciones musicales.
El pasado 15 de diciembre, el auditorio de Miramon acogió el sorteo público que decidió qué voces formarán el coro ciudadano de esta edición. Sopranos, contraltos, tenores y bajos —34, 32, 32 y 34 respectivamente— fueron seleccionados siguiendo un sistema de cupos que buscaba no solo el equilibrio vocal, sino también una representación diversa en edades y procedencias. El resultado dibuja un coro plural, reflejo bastante fiel del mapa social que sostiene hoy la práctica coral.
Uno de los aspectos más significativos de esta edición es precisamente ese equilibrio. Aunque Gipuzkoa sigue siendo el territorio con mayor número de personas inscritas, crece de forma notable la participación desde Bizkaia, Araba y Navarra. También lo hace la presencia de personas jóvenes: si bien casi la mitad de las voces superan los 58 años, el aumento en la franja de 18 a 39 años apunta a un relevo generacional que no siempre es habitual en este tipo de proyectos.
Para facilitar la organización, las 132 voces se han dividido en dos coros de 66 integrantes, que se repartirán los conciertos en función de su procedencia. A partir del 14 de enero, comenzará un intenso plan de ensayos que se prolongará durante dos meses. Miramon será el principal punto de encuentro, aunque como novedad algunos ensayos se replicarán en el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao, acercando el proyecto a quienes viven fuera de Gipuzkoa. Antes incluso de cantar juntos, las personas participantes contarán con partituras y grabaciones para preparar el repertorio.
Cuatro conciertos
El trabajo desembocará en marzo en cuatro conciertos integrados dentro de la Temporada Sinfónica de Euskadiko Orkestra, bajo la batuta de Riccardo Frizza. Pamplona, Bilbao y San Sebastián acogerán un programa que combinará Euskalerria de Sorozabal, la célebre Marcha y coro de Carmen de Bizet y una tercera obra elegida por el propio coro ciudadano. Las voces estarán dirigidas por Gorka Miranda y arropadas por miembros del Coro Easo, en un diálogo simbólico entre experiencia profesional y entusiasmo amateur.
Más allá de cifras y calendarios, Abestu Euskadiko Orkestrarekin plantea una pregunta de fondo: ¿qué ocurre cuando una institución sinfónica decide compartir su escenario? La respuesta, al menos por ahora, suena a éxito colectivo, a comunidad afinando al unísono y a una música clásica que se reivindica como espacio vivo, abierto y profundamente contemporáneo.
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