Jorge Oteiza y Juan Daniel Fullaondo trabajaron en 1985, junto con los jóvenes Marta Maiz, Enrique Herrada y María Jesús Muñoz, en un proyecto para la edificación de un nuevo cementerio en la colina de Ametzagaina de Donostia. Por diversas cuestiones técnicas, el proyecto presentado por Oteiza y el equipo de arquitectos no fue aceptado, si bien constituye un ejemplo de construcción monumental y simbólica, que se configuró formalmente a la manera suprematista como un gran prisma recto suspendido sobre la colina, de tal manera que ?la cresta de la colina quedaría como pista de despegue al cielo abierto sobre la mar entre dos señales como de aeropuerto?, como señala el propio Oteiza en la memoria del proyecto.

De este modo, la ideación del proyecto pretendía metamorfosear la naturaleza de los conceptos de cementerio y de muerte para sustituirlos por el de regreso o reencuentro con el ?gran hueco receptivo? del cielo. ?Dominando la colina y abierta hacia la ladera sur, preside la cima la gran rampa: sobre ella, el gran vacío frente al muro, la ausencia, el despegue, la meditación.?

Moderador: Emilio Varela, arquitecto, escritor, miembro de Ahiku.

Conferencias enmarcadas en la programación de la Bienal Internacional de Arquitectura de Euskadi Mugak/.

Nota

Esta conferencia se emitirá vía streaming